Las industrias creativas en México: un futuro para la cultura
06/01/2017

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Desde hace relativamente poco tiempo se comenzó a medir el impacto que los bienes y servicios culturales aportan a la economÃa nacional; si dejamos de lado la tradicional visión de costo y gasto que la materia genera, y la miramos como un activo que, efectivamente, dados el impacto y los alcances de sus acciones, son parte indiscutible de la actividad económica nacional.  Esta visión se reforzó con datos recogidos por el Instituto Nacional de EstadÃstica y GeografÃa, quien reconoce que la aportación de la cultura al PIB es de 2.8 por ciento, lo que se traduce en 450 mil 683 millones de pesos.
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A ello se suma, que según los resultados preliminares de la Cuenta Satélite de la Cultura de México en 2014, los empleos vinculados con el sector cultural ascendieron a poco más de 1 millón 25 mil, que representan el 2.4 por ciento respecto del total de empleos a nivel nacional.
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Con este panorama, vale la pena plantearse la necesidad de establecer el mecanismo idóneo para apuntalar el desarrollo de las actividades artÃsticas y culturales, no sólo desde el enfoque de la promoción y la difusión, sino también dentro de las cadenas de valor que generen ingresos a sus protagonistas y partÃcipes, con evidente repercusión en la economÃa nacional.
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Es claro a la vista que parte de ese mecanismo son las empresas creativas y culturales, tomadas en cuenta por sà mismas o como una parte de la industria turÃstica nacional. Son lideradas por empresarios o emprendedores organizados con el propósito de producir y comercializar temas culturales, ya sea en productos como en servicios. Sus alcances pueden ser locales y filantrópicos o comerciales de carácter regional o nacional; generan fuentes de empleo y fortalecen la identidad  cultural de las sociedades en cada una de sus manifestaciones, para el consumo de públicos extranjeros.
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El florecimiento de estas agrupaciones, que son cada vez más visibles dentro del complejo entramado de la actividad cultural, debe ampliarse y promoverse con fuerza para garantizar que todos sus componentes generen impactos positivos y actúen como puente entre los sectores económico y cultural, de manera que pueda encararse el reto de desarrollar un sistema sostenible de industrias culturales, que de forma natural les permita involucrarse en aspectos económicos.
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Para ello, es indispensable la participación de diversos sectores de la sociedad, que articulen acciones con miras a generar un mercado de consumo cultural que propicie su desarrollo y supere las complejidades de la formalización legal, los requisitos fiscales y la confusa ponderación de sus costos; factores que generan desaliento y desinterés en quienes tienen todo para dar el paso pero se retraen, se autoexcluyen y se mantienen temerosos de correr el riesgo.
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Por otra parte, no debe perderse de vista que las industrias creativas; ya sea un músico o artista que presta sus servicios particularmente o una agrupación formal que genera productos artÃsticos para ponerlos a la venta, sin olvidar nichos de oportunidad como el diseño, la cocina de autor, la industria editorial independiente, los festivales o las artesanÃas; están siempre a la expectativa de la volatilidad financiera. Comprometidos con su disciplina, se ven obligados a capacitarse constantemente, pero con la debida visión emprendedora y la incansable búsqueda de financiamiento, además del intercambio de experiencias exitosas gracias a las nuevas tecnologÃas, puede consolidarse un proyecto de negocio capaz de generar espacios laborales y derrama económica en su entorno, y que a mediano y largo plazos incentive a nuevos emprendedores.
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Por lo anterior no es exagerado señalar que el futuro de la cultural en México irá aparejado al crecimiento y consolidación de más industrias creativas, que sin alejar a la cultura de su sentido primigenio, como una manifestación de la creación humana; empezarán a motivar condiciones multiplicadoras que a su vez generarán más acciones artÃsticas y culturales, con lo que el sector evitará depender exclusivamente del presupuesto público y podrá asumirse como productivo, redituable y trascendente en materia de ingresos; que dignifique la labor del artista o creador, quien ya no puede conformar su satisfacción al aplauso del público, sino que a través de su trabajo tomará un lugar en la fórmula económica que contribuye al desarrollo nacional.
El reto corresponde sin lugar a dudas al sector público que deberá ser capaz de arropar sin reservas el crecimiento de estas industrias e impulsarlo; de tener una adecuada visión para participar en la formación de públicos de consumo cultural, de alentar a la iniciativa privada y de fortalecer el mismo crecimiento en la investigación y la academia, que termine por generar un cÃrculo virtuoso que romperá paradigmas y añejas concepciones de todos los involucrados, empezando, desde luego, por los mismos artistas y creadores, para ubicar con altura de miras, el lugar que la cultura merece como factor fundamental del desarrollo económico y social de nuestro paÃs.




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